"Por mí se va hasta la ciudad doliente, por mí se va al eterno sufrimiento, por mí se va a la gente condenada (...) antes de mí no fué cosa creada sino lo eterno y duro eternamente. Dejad, los que aquí entráis, toda esperanza. Hemos llegado al sitio que te he dicho en que verás las gentes doloridas, que perdieron el bien del intelecto (...) Allí suspiros, llantos y altos ayes resonaban a un aire sin estrellas, y me eché a llorar al escucharlo", canta Dante Alighieri en la Divina Comedia como bienvenida al infierno.

¿Qué mejor castigo para quien regala su tiempo y su talento sentado frente al televisor de los consiglieri Silvio de Antena 3TV, de Paolo de Telecinco, de sus mercaderes, monaguillos y acólitos, de los Ferreras y de los Évole, de los Vázquez y las Milá?. "La emoción es la esencia de la televisión" apostilla González, "llorar con la TV. Y la clave, como dice Berlusconi, es la pasión. Sin pasión no hay televisión posible. positiva o negativa, porque detestar a alguien también es una pulsión para verlo." concluye Vasile.

 

Los programas de televisión: una disculpa para vender personas

La televisión se ha hecho modelo a la medida de pistoleros eunucos que repiten el grito de Millan-Astray, "abajo la inteligencia, abajo los intelectuales". Se puede ser pistolero y andar suelto, estar orgulloso de ser amigo de Berlusconi, todo es posible en la españa catódica, apostódica y romana, el farsante de Évole entrevistando al sicario de ETA, Arnaldo Otegui, implicado en el secuestro a mano armada de un padre de la constitución, Gabriel Cisneros. Es la objetividad de Ferreras con la apostilla permanente a la voz discrepante, al servicio de la disolución y la destrucción. Es la objetividad cínica del periodista de telecinco que paga a la madre de un asesino para traer el caso a la opinión pública, es la hagiografía del delincuente, del pervertido, del asesino a sueldo, del enfermo mental que se ignora a sí mismo.

Se impone una objetividad para la propaganda política que hace verdad repitiendo hasta la infinitud las mismas mentiras, divulgando las mismas calumnias, agitando la bandera del guerra-civilismo y la anticultura. "La realidad no me importa" afirma Paolo. Se ensalza la biografía del mal, la banalidad del mal de cuantos indignos exponen su zafiedad y analfabetismo, de cuantos han descubierto el mercado de la prostitución: la televisión berlusconiana ha acudido a su socorro, el resto compite a ver quien ofrece más mierda: "Nadie tiene nuestras pelotas para hacer Sálvame". 
Son los "comemierdas" a los que cita Paolo. Esta es la televisión basura que equipara lo intelectual con lo aburrido, que convierte la curiosidad en pasión sadomasoquista, que arroja su aliento pestilente sobre los consumidores de magia, ignorancia y delirio.

Burdeles y propaganda neonazi

España está en el top ten de la prostitución, y tiene en esta televisión su proxeneta más sofisticado, antimilitantes de la razón y la experiencia. El vouyerismo de Gran Hermano se presenta como una oportunidad para discutir las relaciones que mantienen delante de indiscretas cámaras los voluntarios de su propia degradación que pronto serán ignorados cuando sean finalmente consumidos como esclavos y cosas. No es la moral lo que se critica, es la propagación del fascismo, del salón Kitty, del burdel nazi.

La televisión es la herramienta perfecta para destruir el comportamiento humano, propone como ejemplo a sus personajes, magnifica las enfermedades mentales para normalizar el escándalo, se propone como un referente y un objetivo que equipara con la felicidad. Mejor muertos que sencillos. Se trata de la misma oligarquía que necesita individuos intrascendentes, sin conciencia de sí mismos, aquiescentes al consumo, intelectualmente desarmados. Solo queda la sensación, el masaje, lo profundo desaparece, la pasión se mecaniza, "Si fabricamos algo triste, hacemos llorar. Si hacemos reír, te partes. Y claro, si buscamos el esperpento, conseguimos el esperpento total", nos explica Paolo Vasile.

Los mismos collares para los mismos perros

No existe diferencia en la programación de distintas cadenas, cuando se asigna el espectro de frecuencia radioeléctrico. La televisión pública compite con las televisiones privadas en la degradacion de la razón. Morirán a manos de las mismas bestias que forman. Fracasarán en su intento de representar todas las audiencias y todas las ideologías, la Sexta de Podemos, la Antena 3TV de Ciudadanos, la Cuatro del PSOE, la TVE del PP, la Telecinco de los abstencionistas que tienen suficiente con sus vicios particulares, la ETB y TV3 de los nacionalistas; a cada cadena su tribu y a cada tribu su cadena, la destrucción en suma del concepto mismo de ciudadanía. Ya no existe un lugar donde escapar de las tribus que nos acechan y de los chamanes que desde el púlpito de la televisión reparten hostias al intelecto.

La plaza pública y sus habitantes, sempiternos tertulianos, sabedores de todo y opinadores ad-libitum que oran más que hablan y que ofrecen sus homilias acompañados por los sumos sacerdotes en horario de máxima audiencia. La mentira es una verdad inventada.

Deformación esdrújula

La mejor manera de ver la televisión es no verla. La educación óptima de quienes cuidan el desarrollo de sus vástagos es prescindir de ella. La televisión es el estímulo, la respuesta es el fracaso escolar, la razón de los trastornos atencionales, la razón de la conducta desviada y perversa, la televisión es el pecho que alimenta la pederastia y la masturbación de los estériles. Que mejor control parental que no ceder responsabilidad en la educación de los hijos no haciendo del televisor su "baby-sitter". La absurda socialización de los dibujos animados prepara el terreno para los "realities" y las series infinitas que buscan apropiarse del tiempo de los seres humanos con el fin de imponer los productos que se anuncian en las pausas publicitarias y en la publicidad encubierta del "product placement".

Resulta ridículo y cínico, una rampante hipocresía, quejarse de la cantidad de deberes y tareas de los escolares y no apercibirse de las 2 horas y 44 minutos que diariamente dedican los futuros ni-nis a perder el tiempo delante del cubo electrónico de la basura. Resulta difícil para padres y tutores servir de ejemplo cuando su promedio de dedicación a la televisión alcanza las 4 horas. Los padres que sientan a sus hijos ante el televisor para que desayunen, coman, merienden y cenen no podrán evitar que se les vuelvan extraños y circulen por la vida como zombies entregados a las recompensas mas inmediatas de sexo o drogas, de emociones suicidas e intensas. Los padres culpables no pueden ocultar nunca jamás su delito. ¿Cómo podrían escapar al tumulto del espectáculo?. ¿Por qué no habrían de enriquecerse con vidas ajenas aquellos que han hecho de las personas, cosas?. Es la televisión la que se dirige directamente a esos educadores sin que puedan tener éstos ninguna capacidad de respuesta e interpelación. Los contenidos que se cuelan en horario escolar buscan captar la atención con una perversa programación. Se quejan algunos de la mierda que prolifera que puede convertir en inútil cualquier consejo, y, sin embargo, siguen enganchados al mando del televisor sin ser conscientes del riesgo intelectual que corren porque la televisión generalista está hecha por gente que no tiene nada que decir para gente que no tiene nada que hacer. Están comprando futuro, un futuro siniestro. El futuro es el infierno. ¿Qué mejor retrato robot de la audiencia para los mercaderes de la carne, para la mafia y sus sicarios?