La pasión por el ridículo se manifiesta en una ausencia total de conciencia sobre la propia conducta. Es como en el caso de ese enfermo mental, que tiene la convicción de estar cuerdo, o de aquel drogota que cree tener un control de los efectos del producto que consume. El problema es que esa especie de anosognosia caracterial es resultado de la propia actividad, hacer el ridículo disminuye la habilidad para apercibirse de hacerlo, delirar disminuye la habilidad para apercibirse del delirio, y drogarse disminuye la habilidad para saber los efectos que la drogadicción causa a su consumidor. ¿Podría reirse alguién de un cómico que riera sus propias gracias?. Un brevísimo repaso social muestra hasta que punto estamos llegando al límite en esa pasión por el ridículo, que es una redoblada manifestación de la estupidez.

Si el ciudadano mira alrededor y no carece por completo de reflexión por sí mismo, puede darse cuenta que la posición social de un personaje público no garantiza talento. Es más, ese ciudadano puede sospechar que en la misma posición no sería como Zapatero o como Sánchez, incapaces de aprender de sus errores. El Zapatero que legitima a Maduro es el mismo que agudizó la crisis con sus hábiles políticas de gasto público de arrojar dinero por la ventana para que pagáramos el precio después. Nueve escalones abajo en la calificación internacional de la deuda de España. Arruinó el país y soliviantó el nacionalfascismo catalanista. Ya se sabe que en la administración nunca paga el precio quien comete el delito. Siempre lo paga el ciudadano.

Zapatero era y es un simulador profesional, un personaje peor que inútil. Es el mismo que dió ínfulas al maragalismo en los albores de su Alzheimer, y es el mismo que por toda bandera socialdemócrata ha enarbolado el discurso social de los derechos ridículos, aquellos que se refieren a legitimar una conducta social sin ninguna contrapartida por la exigencia de responsabilidad social. Que el matrimonio homosexual sea toda la expresión de la igualdad para el socialismo zapatero es el epítome del ridículo, porque ninguna disposición personal ni tendencia expresa por sí misma ningún tipo de progreso para el cuerpo social ni suple en modo alguno algún tipo de necesidades humanas o sociales. Legislar a favor de la libertad no implica dictar cómo debe ejercerse. El anarquismo de los sesenta se preguntaba en los retretes, ¿qué hace el Estado en tu cama? con toda lógica. Mas nos valdría que ninguna persona condicionara sus decisiones a la elección condicionada del proveedor de un servicio. Se imaginan un mundo en que los homosexuales se relacionen solo con homosexuales, y los heterosexuales se relacionen solo con heterosexuales?. Se multiplica la segmentación social en contra del estado de derecho alienando al sujeto y reduciendo patéticamente la expresión de su libertad. 

A esta socialdemocracia residual sólo le quedan las banderas que no producen ningún tipo de cambio estructural, refiere consignas vacías para confundir y entretener a la opinión pública. El discurso inútil del que dice que va a ganar y no se sabe qué dice o quiere hacer. Es el mismo vacío que Sanchez inspira en cualquier discurso, propuestas sin contenido porque se saben impracticables o inviables y sólo tienen efectos nulos o peor aún regresivos, llámese federalismo asimétrico, nación de naciones, o cualquier idea estúpida que no pueda concretarse finalmente en nada, a modo de entretenimiento. Es el nominalismo vacío para esos incautos que creen que cambiar el nombre a las cosas producen automáticamente lo que declaran. Pura magia. Ya sabemos a que conduce este tipo de discursos, recomendar a la población que use menos plástico en sus compras para evitar el cambio climático, restringir el uso del agua para corregir la sequía, alquilar úteros para mejorar el crecimiento demográfico, extender la publicidad contra la violencia de género para no tener que cambiar los registros sociales y las estereotipias de género, y dictar leyes de protección del consumidor para incumplirlas o subvertirlas de facto. Nunca ha estado el ciudadano mas desprotegido. Es como esa doctrina de atribuir al objeto la causa de todos los males que causa el sujeto, al igual que aquellos que querrían prohibir los desnudos de Goya o de Balthus, cuando es su mirada y no la imagen la que manifiesta corrupción del pensamiento. A este paso se adoptarán soluciones imposibles como aquella que pasa por eliminar la glucosa de los alimentos para evitar diabetes. En lugar de crear las condiciones para que no exista un mercado de la prostitución, se increpa al putero cuando la prostitución es el sostén oculto de tantos matrimonios y un formidable mercado del crimen del que también se nutren sus supuestas víctimas. Puede ganarse mas dinero de puta que de enfermera. Es claro que en el actual sistema social las autoridades han llegado a la convicción de que el pueblo al que van destinados sus mensajes es literalmente imbécil. Con ese fin hizo el PSOE la LOGSE. Y todo sería peor si no hubiera personas que a pesar de todo sobreviven.

El problema dramático que sufre el ciudadano es que queda inevitablemente atado a este discurso ridículo porque no es capaz de apercibirse de qué tipo de políticas y leyes habrían supuesto un cambio estructural. Aquellos curas, tantas veces lascivos y pederastas, y aquellas monjas que daban pellizcos a sus escolares son los que nutren las filas de Ahora en Común. Carmena forma parte de esa inquisición de monjas pellizconas que quiere consagrar el catecismo de lo políticamente correcto. Se acabarán seleccionando profesionales que se apunten a defender el catecismo absolutamente incompetentes. Desaparecerá el mérito y el talento. El tufo de monja de Carmena es sólo una expresión del tipo de políticas de rebaño que obligan a todos a circular en una sola dirección, como si los peatones no supieran cuidarse de sí mismos, y debieran llevarse en tropel no siendo que se atropellen. Además de una expresión ridícula y estúpida del hacer público, no sirve al propósito de la seguridad. Otra cosa bien distinta es controlar el aforo, o establecer pasillos de seguridad para responder a urgencias. Pues de eso nada.

En una pertinaz expresión de esta suerte de imbecilidad tenemos ahora a Colau declarando que ha vivido la experiencia de los dos sexos. Ha tenido novias y novios, declara. Ignora que lo que haga cada quien con sus orificios corporales además de ser absolutamente banal es otra manifestación ridícula. Lo único que a un ciudadano no puede importarle es la persona en cuestión, menos aún la expresión de su sexualidad. Por algo inventó la burguesía la burocracia; en un sistema democrático se espera una prestación de la posición, no de la persona que ocupa esa posición. La normalización a la que se apela no modifica el tipo de propósitos que debe albergar cualquier ser humano. La sexualidad omo tal no responde nunca a propósito, y si así fuera lo sería únicamente para ser esclavo.

El puritanismo social se viste hoy de progresismo. Idolatra la apariencia. La televisión se ofrece para elevar a manifestación intelectual la necedad de un entrevistado ocasional. Selecciona el mensaje para que se parezca al mensaje público, vacío, estéril. La cultura oficial se vuelca en la segregación social, hace a todos los hombres machos, y a todas las mujeres hembras, y la colisión dogmática sólo alimenta el vaciamiento de la conciencia. El machismo no se extingue con el reforzamiento del hembrismo. Si el uno produce una natural repugnancia, ¿por qué no se reexamina el cultivo de la banalidad de la pasarela de las revistas y los programas de corazón?. Un observador neutral y reflexivo puede darse cuenta de que nunca se presenta en estos últimos una mujer científica, una descubridora, cuando hay tantas y tantas. Muy al contrario lo que se nos presenta es el testimonio de que para triunfar sólo hace falta sexo y comercio de la carne. A las mujeres se las sigue tratando como mercancía, como si nunca fueran a ejercer su libertad, en un estado permanente de minoría de edad. Eso sí asertivas y reivindicativas cuanto mas ignorantes. Ahora resulta que hay quienes quieren hacerse perdonar lo que constituyó el alfoz sobre el que construyeron su reputación de actrices con mercaderes venales, y van y denuncian lo que vendieron como favor según el principio latino do ut des, las personas tienen interés en hacer algo con la esperanza de la reciprocidad. Te sigo si me sigues. Follow me and follow back.