Las ONGes publicitan, fomentan y organizan la inmigración ilegal mediante campañas de marketing en Instagram, Facebook, prensa y televisión, invitan a venir a Europa desde sus lugares de origen, África, Siria, y Pakistán entre otros territorios, mediante sus redes de apoyo y con la colaboración de las mafias locales. El resultado de la estrategia global de las organizaciones sin ánimo de lucro es obtener importantes rendimientos económicos, invirtiendo la carga de la prueba. Las ONGes son un negocio que, al igual que la iglesia, promueve la pobreza mundial. Teresa de Calcuta amaba la pobreza, no a los pobres. La pérdida de fe de la fundadora de las Hijas de la Caridad, en confesión ocultada por la Iglesia Católica, esconde esa realidad, la de instituciones que viven y han vivido en promover la caridad con la misma eficiencia que contribuyen a instituir y conservar la pobreza, impidiendo el desarrollo de los países de los que provienen los flujos migratorios, al hacerles inútiles demandantes de asistencia social, y al disuadir a sus habitantes de luchar por su propio desarrollo. Al tiempo los gobiernos sustituyen sus programas de cooperación internacional por una política de subvenciones mucho más baratas de financiar que una política estructural para el desarrollo de los países necesitados.

Las ONGes permiten una economía circular, tan de moda, para lograr el infradesarrollo, promover la pobreza y crear redes clientelares, convirtiéndose en una tapadera para el blanqueo de capitales, la trata de blancas y el tráfico de seres humanos, lo que incluye el tráfico de órganos, drogas y armas, la esclavitud para sus orgías, los abusos sexuales y la extorsión, sirviendo en definitiva a los fines de pequeños grupos de interés que mantienen su estatus y utilizan las redes de ayuda para enriquecerse. La delincuencia se reúne bajo el paraguas de la industria de las ONGes que cuentan con el apoyo de millones de personas que creen en la bondad de sus propuestas, colaborando desinteresadamente para que estas obtengan su propio beneficio.

No es casual que existan miles de anuncios en Instagram en las que se promociona el viaje a Europa por cantidades que oscilan entre los 200 y los 6.000 euros por persona, dependiendo del transporte ofertado, incluso con descuentos o incluyendo pasajes gratuitos para niños que han comprado previamente y embarazadas dependiendo del caso. Las mafias estudian empresarialmente como distribuir el pasaje para promover el sentimentalismo y facilitar el rescate así y coordinar los viajes con las ONGes para que el viaje cumpla ciertas garantías de rescate.

Al ritmo actual, Europa podría pasar en un cálculo conservador, de 22 a 70 millones de inmigrantes en los próximos 30 años, una cifra que se proyecta a partir del crecimiento de la población en los países de origen. Solo África es una fábrica de niños, con 4,41 hijos por mujer; con un crecimiento de población de casi 26 millones este año, en 2019 el crecimiento superará los 37 millones. Al tiempo que el envejecimiento de la población, el 30% mayores de 65 años en el 2060 en la UE, la promoción de los modelos de vida que facilitan la soltería, las opciones sexuales que evitan la reproducción o la reducen, así como la falta de incentivos a las familias permitirán que la cultura europea se destruya en un periodo de no más de 50 años al pasar la población inmigrante o naturalizada desde el 4% a más del 16% en la UE. No es descabellado hablar de al menos 12 millones sobre un total de 60 millones a mediados de este siglo, solo en España. El White Anglosaxon Protestant (WASP) estadounidense ha pasado a ser una casta aislada y una minoría en el conjunto de la población que protesta elevando a Trump a la presidencia del estado. En EEUU la inmigración se ha asimilado a la cultura estadounidense. En Europa será peor bajo la presión de la cultura musulmana, y el irredentismo nacionalista de los ciegos locales.

La democracia convertida en un sistema partitocrático y las políticas laxas sobre inmigración son la soga de la cultura occidental, al igual que las invasiones bárbaras lo fueron para el final del imperio romano. Son los movimientos migratorios un problema acuciante que es necesario resolver de forma racional y coordinada desde una política europea común, reforzando las fronteras, repatriando de forma masiva y al mismo tiempo promoviendo el desarrollo en los países de origen. Exportar desarrollo es la solución a un problema social que desbordará por completo la capacidad de asimilación de la cultura occidental y el buenismo y simpleza de sus gobernantes. La inmigración es una lacra capitalista que importa mano de obra barata, justifica una creciente inversión en salud, en educación, y en particular en seguridad, en policia, y en el sistema judicial. Se consumen recursos ingentes para intentar integrar culturas que difícilmente se integrarán en la cultura occidental.

Mientras crece día a día la amenaza, crece paralelamente el número de políticos ciegos que ignoran a que clase de incendio se enfrentan. Hay quienes todavía hablan de empoderamiento como si no les importara prestarse al juego de destruir el futuro de sus hijos y amenazar la vida no ya de su familia sino de todos aquellos con los que alguna vez conversan, sea de los que odian o sea de a los que aman. Pedro Sanchez se ha convertido en una suerte de director general de tráfico humano. Un carnicero diría Salvini. Un colaborador necesario de las mafias esclavistas del siglo XXI. Un abanderado del negocio de su esposa. No hace falta ser consciente de la naturaleza de un delito para ser un delincuente. Y los delincuentes los hay de plazo corto, y a medio y largo plazo. Dependiendo de cuanto tarde el veneno en emponzoñar el cuerpo, e inhibir la acción de la acetilcolina que mueve los músculos. Algunos delitos incluso se realizan sin voluntad, como si simplemente se perteneciera a una trama de sicarios de cuyo jefe se ignora el rostro. Como es el caso de todos los sicarios.

Traer un menor a España cuesta, cuando no es gratis total, entre 2.000 y 5.000 euros. Cuando hablamos de 123 inmigrantes del Aquarius, debemos apuntar mas de 430.000 euros de ingresos para las redes mafiosas. Si sumamos al resto del pasaje incluidas las mujeres embarazadas, el negocio alcanza 2.180.000 euros sin contar sobreprimas. El Mediterráneo es un negocio espectacular de 1.500 millones de euros donde todos los años se mueven unas 400.000 personas. Un negocio exitoso sin riesgos. Las ONGes se frotan las manos porque un barco de rescate no se fleta a beneficio de inventario. Y se esmeran en aumentar el tráfico de seres humanos situándose a no mas de veinte kilómetros de la costa. Estos pingües beneficios crecen cuando se difunde la imagen del pequeño Aylan. Los muertos suben el precio y las acciones de las compañías. Las ONGes mercadean con su codicia y la piedad de sus benefactores y de las arcas públicas deseosas de esconder su responsabilidad.

En 2016, entraron 10.751 emigrantes ilegales en España, por Ceuta y Melilla, o por mar. La cifra solo muestra los casos detectados, pero existen muchas otras formas de entrar menos cruentas y de apariencia legal. En tan solo seis meses de 2018 han entrado desde Marruecos 15.441 personas. Una industria que Marruecos cuida con primor con un doble objetivo, minar la cultura española en una marcha verde de apariencia silenciosa, y una renta bajo la transferencia de capital a las arcas del reino que sirve al sátrapa que ejerce una presión añadida a España, al tiempo que se mantiene en el poder, el mayor propietario del continente.

Europa no puede asumir de ninguna manera toda la población que quiere emigrar y las ONGes soplan en contra de los ciudadanos europeos con tal de nutrir sus finanzas. Solo en 2015 se registraron más de un millón de nuevos emigrantes en Europa, incluyendo cerca de 400.000 norteafricanos. La necedad de Sanchez no es sino la expresión mas lastimera de la ceguera política, la ignorancia económica y la simulación social.