Diferenciarse es una pasión humana. Muchos se diferencian a fuerza de parecerse a otros. En apariencia, en la variedad está el gusto, pero en el mundo de la apariencia es mejor marcarse. Pensar es mirar hacia fuera pero también hacia adentro. Todo depende de si adoras el status quo porque está ahí y a ti te va bien. Pero supongamos que no te va tan bien, que te gustaría que algo cambiara y a tí te gusta ese dicho antiguo de que no se baña uno dos veces en el mismo río, que ves mudanza en la naturaleza, que el mundo cambia, aunque no siempre te dés cuenta. Conviene que leas a Hegel o el nuevo testamento, que para este caso es lo mismo, "gracias te doy señor porque no soy como los demás". Hegel, sin embargo, te recuerda que tú eres parte del problema. Y tal vez no has tomado conciencia hasta qué punto. ¿En qué medida has contribuido?

Te has dejado llevar por los cantos de sirena de la publicidad y el consumismo y, como recuerda Juncker a los franceses, no te lo podías permitir. No te puedes permitir el coche de tu vida que compraste en Alemania porque Alemania no quiere compartir gastos y cubrir tus deudas con eurobonos, ni quiere nivelar la balanza comercial cuando a ellos les va bien produciendo lo que otros consumen, y lo que Francia podría venderles no están dispuestos a comprarlo, ni siquiera a través de un tercero al que Francia hubiera vendido algo... a Alemania parece sobrarle lo que a los otros les falta, pero, claro, no es un valor social ser laborioso y contenido. El trabajo es un castigo y no tienes una moral calvinista. Y los alemanes te dicen a tí y a todos los europeos que seas más austero y más productivo, más exportador, pero te gustan mas las fiestas y las ferias.

Estabas contento con tu nivel de consumo, el país echaba humo por la demanda interna, pero eso era antes cuando, el estado-nación no estaba presionado apenas por la libre circulación de capitales y por la competitividad en un mundo de fronteras más abiertas. Entonces tu nivel de consumo no va a volver, lo tuyo, se ha resentido, Manolo debes exportar, ahorrarte el disgusto de consumir hoy lo que te embargarán mañana. Y te enfadas y descubres que la afiliación obligatoria al partido único, y al sindicato único, no te va a resolver los problemas y entonces votas a Le Pen o a sus Iglesias. Pero tú eres parte del problema, y no has querido descubrirlo. Solo inviertes, cuando inviertes, en productos especulativos, y crees que el precio de las casas subirá eternamente, y ocultas al fisco tus ingresos y pagas facturas sin iva. Y pides que la sanidad sea gratuita y se entregue una vivienda gratuita a cualquiera que lo solicite. Incluido tú. Despues de todo, el consumo es un bien para todos, como tirar basura en plena calle o tirar el cigarrillo al conductor de atrás, una oportunidad de empleo para los basureros. Y, de pronto, tienes un día reflexivo, no te has quedado en el culto al cuerpo al que te llevó tu yo físico y te preguntas, ¿por qué quiero lo que quiero?.

Existe una serie de sospechosos habituales, por ejemplo, te comparas con el vecino, con el compañero de trabajo... y, claro, te gustaría tener tanto o más que él. Todos los jefes son, por definición idiotas, y tienes numerosos ejemplos de su oportunismo, pero te niegas también a cambiar hábitos. A innovar, y a hacer un buen trabajo, porque nunca te lo reconocen y nadie te lo va a pagar. Estás insatisfecho contigo, con tu cuerpo, te tatúas y te perforas. Necesitas consumir para compensar. No te ha ido mal pero te podría haber ido mucho mejor. Al otro le dieron lo que te tenían que haberte dado a tí y eso te convierte en un resentido. No tiene más el que más tiene sino el que mejor gasta o el que menos necesita. Algunos no tienen que presumir, no se comparan. Tal vez viven con otras pasiones, pasiones que no son de la carne. Diferenciarse es una pasión humana. Pero la diferencia está en los detalles, ¿cómo te diferencias?.

Para empezar debes saber que en la vida social necesitas tener una posición, y que en el actual equilibrio de fuerzas se cumple la Ley de Pareto, el principio 20/80. Pocos te va a ayudar a llegar a formar parte de ese 20 por ciento que acumula el 80 por ciento de la riqueza. Crees vivir en el mejor de los mundos posibles ese que te llevó a diferenciarte por tu mérito y esfuerzo. La regla es bíblica, está en el evangelio de Mateo, al que mas tenía más se le dará, y al que menos tenía, incluso lo que tenía se le quitará. Si no formas parte de ese 20% es porque has entregado tu voluntad y tu conocimiento a relaciones indeseables. La sociedad no se organiza en razón de méritos y capacidades sino en relaciones de confianza que determinan la posición que ocupas. Y se mantienen las otras posiciones porque tú mismo las mantienes y cultivas. Con tu envidia y con tu resentimiento. Y estúpidamente estás encantado de haberte conocido. Justicia, apostilla Juncker, en relación con el proyecto europeo. Y ¿qué significa? ¿aceptar que los que se diferenciaron económicamente lo ganaron en una partida limpia? ¿no había, entonces, quienes segaran y recogieran el césped maltratado por la pisada del golfista?

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